A mí lo que me llama la atención del Señor Pérez o Pérez-Reverte (siempre me ha causado estupor que la gente componga sus apellidos para evitar ser considerado un vulgar "Pérez" y con ello no digo que haya sido Don Arturo, que el complejo puede venir de antigüo...)es su trayectoria.
Me sorprende un señor que ha sido reportero de guerra en conflictos de esos que invitan a potar (usaré el léxico del autor), donde ha visto hasta qué punto llega el ser humano cuando deja de ser tal cosa, donde ha sentido los efectos del poder absoluto y de la barbarie que es precisa para mantenerlo, donde...
Digo que me sorprende que ese mismo señor sienta náuseas, vértigo y ansiedad ante el coro de seres desorientados que tutelan nuestros intereses patrios y la de eternos insatisfechos desleales con el país (no con su electorado) que en lugar de intentar sacar el coche del barro se empecinan en echar más barro a ver si el chófer se apea del auto y les deja el volante. ¡Para descubrir el atasco que han montado, claro! Yo perdono que la gente ande perdida en una noche sin luna y con niebla (la crisis) pero me irrita quien se dedica a sabotear la linterna. Porque me consta que andaremos TODOS perdidos más rato, si no nos metemos antes una leche.
El señor Pérez debe tener la creencia de que sus escritos moverán montañas y tal vez presuma en su vanidad (por cierto notoria) que algo cambiará en el Estado o en la opinión de voto gracias a su soflama o denuncia. No obstante, a estas alturas del cuento creo que ya tenemos varias cosas claras con solo echar un vistazo a la hemeroteca de los pasados dos lustros. No hace falta retornar al 78 y volver a bendecir una Constitución en la que se fraguó lo que hoy tenemos para convivir pero con todo el peso de los 40 años de paz en muchas de sus páginas. Tal vez el Sr Pérez añora los tiempos de Suárez, o los de Calvo-Sotelo (otro compuesto), que fueron tiempos horrorosos, donde ETA mataba a diario, teníamos un paro bestial (ni con esta crísis llegaremos a esos índices) y la inflacción a más del 25% ¿añora eso? ¡No es posible! ¿Añora esa España Imperial cargada de miseria, mala gestión, intrigas y locura en que ubica gran parte de su obra literaria? Tampoco creo que sea para echar cohetes.
Vivimos en un Estado moderno, en una de las democracias más desarrolladas del mundo y en 31 años hemos tenido tan solo cinco presidentes del Gobierno. ¡Comparad con Italia! Estamos inmersos en la mayor crísis que ha conocido el mundo moderno pero si andas por la calle no percibes sino signos relativamente blandos de la misma puesto que existe el llamado "Estado del bienestar". En la Alemania de los 30 una crísis más blanda que esta y las sanciones derivadas de una guerra llevaron al nazismo ¿es tan dificil de recordar y tan esforzado comparar?
Posiblemente tenemos una visión negativa de nuestros políticos porque hoy conocemos antes sus fallos que sus aciertos y, además, se les da más bombo a los primeros pero, sinceramente, creo que no lo están haciendo del todo mal si aún podemos criticarles en lugar de matarnos los unos a los otros como hemos sabido hacer en otras ocasiones. Nuestro país tiene graves carencias que están saliendo a flote pero recordemos que de "burbuja inmobiliaria" hace más de una década que se habla, la banca creo que poco tiene de sociata y, desde luego, el empresariado español ha estado más preocupado por el reparto de dividendos que por el I+D+i lo que no dibuja un mapa económico con diversificación que es dónde nos ganan otros países européos. El panorama neocon que hemos vivido en unas épocas muy recientes ha posibilitado que las empresas se autoregularan sin apenas intervención del Estado pero ahora ¿echamos en falta el control que habría evitado el desastre actual?
Hoy las empresas no cierran por falta de trabajo ni los empleados pasan a ser desempleados por voluntad del empresario. Los cierres y los despidos solo tienen un culpable: la banca que no aporta circulante para sostener la actividad y el consumo. ¿Le echamos la culpa al gobierno? ¡Claro, por dar dinero a la banca que no reparte! ¿Y qué ocurriría si mañana tú, yo y otros miles nos acercamos a nuestro banco y no nos dan efectivo de nuestras cuentas porque la caja está seca? ¿Queremos ver una sesión de pánico a escala nacional?
Me alucina que Don Arturo se llene de rabia por ver a esta gente bien vestida. A mí me preocupa más quien les paga los trajes o si alguien evitará que vistan un traje a rayas, esta vez pagado por el Estado, si algún día traicionan la honestidad que nos deben. Porque esos favores están diréctamente dirigidos a tomar decisiones que son contrarias a los intereses del ciudadano. Desde luego el periodista que hay en Don Arturo bien puede dedicar sus esfuerzos a investigar la procedencia de esos trajes en lugar de presuponer lo que carga el cañón de su ira ¿no creen? También habría que preguntarse por qué los ciudadanos siguen una y otra vez apoyando a los corruptos con su voto ¿pedimos a esos ciudadanos que dimitan como tales para lograr un Estado mínimamente decente?
Don Arturo, como siempre, nos presenta un texto en el que se mezclan sin contemplaciones un lenguaje cuidado y sibarita con exabruptos propios de los arrabales en un extraño maridaje que, supongo, pretende dar fuerza popular al mensaje. Ese mismo método se atisba en ciertos voceros de la radio cuyo trabajo consiste en el acoso y derribo continuado de quienes no son de su cuerda. Evidentemente hay personal suficiente para nutrir toda parroquia. Solo confío en que esos creyentes tengan algo de memoria y en algún momento les alcance la luz del conocimiento que no por adquirido merece tal olvido.
En el fondo lo peligroso del mensaje no es que se trate de un puro sofisma sino de medias verdades que aún siendo una falacia en parte pretende movilizar conciencias. ¿Hacia algo positivo? Ahí es donde no puedo estar de acuerdo con el Sr. Pérez-Reverte porque vislumbro que el objetivo no persigue el bien general.