Estimado Xavier:
En su día estuve valorando la opción de apostar, adicionalmente a mi actividad como correduría, por la de agente financiero. Estudié las opciones de Bankinter y Banesto. Además, me ofrecieron las de Caja Madrid utilizando a Mapfre Automóviles como pasarela pero el planteamiento era, llamémosle, diferente.
En concreto la oferta de Banesto era la más completa al incorporar tanto productos destinados a particulares como a empresas; de hecho la cartera de productos era la de cualquier sucursal y el procedimiento idéntico en la mayoría de los procesos con la salvedad de las responsabilidades que, obviamente, tenía que asumir y asegurar. Obviamente, también se me exigía que debía formarme como Agente Financiero cosa que no se hace en materia de seguros con el mismo rigor, pero ese es otro asunto.
Como los ingresos del Agente se basan en el reparto de márgen al 50% deduciendo ciertos gastos compartidos, puedo asegurarte que el plan de negocio incorporaba la totalidad de los ingresos producto a producto y comisión a comisión. Incluyendo las comisiones por cargos en tarjeta o las generadas en comercios mediante TPV.
Por ello permíteme que tilde tu comentario de cándido. Ni te imaginas lo que gana una sucursal bancaria en intermediación financiera con una cartera de unos pocos millones de euros. Con decirte que solo en cinco años el plan de negocio me aseguraba más de la mitad de lo que me ha llevado dos décadas en seguros creo que te doy una pista y eso con un márgen del 50% menos gastos. Concreto que mi acuerdo con ellos dejaba fuera el tema seguros puesto que para algo soy corredor...
Desestimé la oferta porque implicaba abandonar la especialización y, además, perder la independencia. Y eso no pude consentírmelo.
Aparte hay cositas que ofenden a la inteligencia. Supongamos que me voy a un banco y hago una hipoteca con ellos al 1,61%, importe 120.000 € y a 25 años.
La cuota es de 486,21 €. Si me penalizan con un 0,20% por no contratar el seguro de hogar con ellos la cuota pasa a 497,60 € mensuales. Esto es, 136,68 € al año de "recargo". Si lo miro al revés y me creo que es un descuento la cifra es la misma.
El seguro de un piso de 180.000 € (vamos a considerar que se asegura - mal - por el valor de tasación)puede costar en una compañía del montón y con acuerdo de distribución unos 250 € con impuestos y recargos que significan unos 215 de prima neta sobre la que calcular la comisión. Si el banco obtiene más de un 25% de comisión estaríamos ante un producto con desequilibrio técnico (la siniestralidad media es de un 60% en hogar y el gasto interno de las compañías ronda el 15%) y ello conduciría a "comportamientos raros" (seamos bondadosos) en el asegurador. Por tanto, tomemos ese 25% como ratio válido: el banco percibe como comisión por la adquisición del seguro 53,75 €
Análisis: o el banco es una ONG en todos los sentidos más ámplios del concepto o...¡no me lo creo!
Resultado: la negativa a suscribir un seguro con el banco es penalizada dado que ninguna entidad financiera (sus accionistas no deberían permitirlo) estará dispuesta a perder 82,93 € anualmente de su negocio principal a cambio de conseguir un seguro por el mismo periodo. Llevándolo a moneda constante estamos hablando de perder 2.073,25 € en esos 25 años.
Si tu quieres tomarte una cerveza en un bar de barrio y el dueño te dice que son siete euros tú dirás "¡De qué vas!"; si a continuación te dice pero si te tomas la tapa de un euro solo te cobro otro euro por la cerveza igual picas aunque al final ni te comas la tapa porque no tienes hambre. El problema radica
en que la cerveza tiene un precio normal de un euro, no de siete y el único que se beneficia es el tendero.
Si eso solo lo hace uno, estamos ante un atípico en el mercado y el consumidor se encarga de corregir el problema acudiendo a otro proveedor. Si lo hacen todos estamos ante un cártel.
Por último: los bancos españoles llevan toda la vida intermediando dinero y con un marginal entre pasivo y activo relativamente parecido. Hasta hace poco nunca hubo problemas e incluso el director de la sucursal era un ser apreciado y respetado en su comunidad. Pero llegó la práctica descerebrada de plantar una sucursal en cada manzana (exagero, junto a mi casa, en un radio de cuatro manzanas hay tres oficinas de La Caixa) y dotarla de personal. Además, las sucursales tenían que ser modernas y asemejarse a templos. Y los ejecutivos de la cúpula tuvieron sus fondos de pensiones en Jersey. Y compraron bancos en otros países emergentes pero de alto riesgo-país. Y financiaron partidos políticos. Y esos costes
¿quien los paga?